Cuando tenía 14 años, allá por el 80 (año) tenía la sensación de inmortalidad que suelen tener los adolescentes. Veía el año 2000 como algo muy muy lejano y de ciencia ficción, además fue la época en que empecé a leer ese tipo de novelas de anticipación como gustaba de llamarlas yo, en algunas de Asimov los seres humanos vivían más allá de los 400 años al haber controlado las enfermedades. Al poco de convertirme en un lector compulsivo, de esos que leen caminado por la calle y que cruzan sin mirar los pasos de cebra por despiste o por que estaba a millones de años luz de allí, llegó a mis manos El Quijote, obra inmortal, obra que traspasará el tiempo y los anales y se convertirá en un hiperclásico dentro de 3000 años (con permiso de los Mayas).
15 páginas es todo lo que pude leer la primera vez, era como si quisiera leer en chino, no entendía lo que había escrito en sus páginas, tenia que correr al diccionario continuamente y en cada frase. Yo podía leer ensayos de astronomía y por aquel tiempo también empecé a leer algún libro de Carl Sagan, pues bien, como digo, podía leer fluidamente libros de ensayo y me era imposible pasar las pesadas páginas del Quijote.
Decidí que no estaba preparado, claro, al no tener formación académica, eso debía ser, seguí con mis novelas de ciencia ficción y con mis ensayos, devorando todo lo que caía en mis manos y visitando casi cada domingo el mercado de San Antonio, leí y leí sin parar, no despreciaba nada, filosofía, antropología, historia, novelas y el tiempo fue pasando , mi vocabulario se iba ampliando y en algunos libros de ensayo ya no tenia que recurrir al diccionario.
Me remangué y cogí de nuevo El Quijote y en “hiciéronle a Don Quijote mil preguntas, y a ninguna quiso responder…” me quedé y además me quedé fatal, recuerdo que alguien me contó lo mucho que se había reído y lo bien que lo había pasado leyéndolo y en cambio mis conexiones neuronales se bloqueaban ante el clásico.
Seguí a lo mío, crecí, jugué, leí, amé, fui padre, manera poética de decir que cumplía años. Y el otro día me encontré a un amigo que hacía tiempo que no veía, desde ummm no sé 25 años tal vez, en su cara vi el paso del tiempo que el espejo me negaba en la mía. A que te dedicas le pregunté, hice magisterio y soy profesor de literatura, contestó, que bien, le comenté mi pasión por la lectura y pasando de un libro a otro en los que habíamos coincidido, hasta había leído algo de ciencia ficción, pero de pasada, llegó al meollo de mi pesar y me dijo, cito textualmente:
No te puedes morir sin leer El Quijote.
¡Que liberación!
No solo la no lectura del “Caballero de la triste figura” te puede otorgar la inmortalidad. Tu talento para narrar— cuando venzas los miedos de la timidez— te hará inmortal como el Quijote a Cervantes, pues uno no muere mientras haya alguien que te recuerde y al leer evocamos al autor. Hazte inmortal que tú puedes.
ResponderEliminarAntonio